Viviendo y comprendiendo
Mis comprensiones acerca de lo psicosocial
Día 1
"Lo que para mi es un taller, una conversación o un juego más, para ellos es LA VIDA" Esta frase llegó a mi una vez retorné a Pasto después de dos días muy lindos y productivos en Samaniego, llegue a esta ciudad pensando en los niños que se ven en las fotos, en sus padres y en la comunidad que se vio directa o indirectamente afectada por nuestra presencia, pienso en todos ellos porque se que cada mirada, gesto, palabra o silencio que viví con ellos significa algo y representa esa subjetividad que se ha visto alterada por la violencia.
En los niños noté como la violencia ha hecho que esa curiosidad que los caracteriza, esa hiperactividad de querer jugar así no sepan de que se trata el juego, ha sido reemplazada por miradas de intriga, risas penosas, huidas... Puedo afirmar que hay una gran diferencia entre niños que no han sido victimas y estos niños que a su corta edad ya han sido victimas de la violencia de forma directa o indirecta. No solo por la desconfianza inicial que demuestran, sino también por los discursos que dicen y cómo lo dicen, como lo pude notar cuando uno de ellos introdujo el tema de las armas y los demás le siguieron animados....
A partir de este día me surgieron las siguientes inquietudes
¿Por qué los niños ya conocen de armas y lo hablan de forma casual?
¿Qué han tenido que vivir para que conozcan y no se escandalicen con las armas?
¿Qué es "normal" en su cotidianidad que yo viviendo en ciudad jamás he tenido que vivir?
¿De qué manera se puede seguir siendo niño/a en un contexto violento?
Sumado a esto recuerdo mi primera impresión de Samaniego, un pueblo con más militares en las calles que población civil, un territorio que vive y transita con normalidad sus calles acompañados por ese paisaje natural de los fusiles que cargan las fuerzas armadas. Pareciera como si en esta zona del departamento la militarización de la vida fuera parte de su cotidianidad,
En este momento no puedo contestar estas preguntas precisamente porque mi acción concreta y finita ya tuvo lugar y no tuve el privilegio de tener un proceso con estos niños.
Día 2
Por su parte, en el acompañamiento realizado con la guardia indígena me acerqué a una dimensión espiritual y ancestral, un aspecto que antes sentía tan lejano fue fundamental para generar un ambiente de confianza entre una comunidad unida y tres desconocidos. A raíz de esta experiencia me cuestiono lo siguiente:
¿Cuál es el papel que tienen los saberes y practicas ancestrales en el acompañamiento psicosocial?
¿De qué manera se pueden integrar estos saberes y practicas en las metodologías psicosociales?
Estos cuestionamientos me han permitido percatar de que la formación que nos es dada en la academia y desde la bibliografía se trabajan metodologías generales que desconocen las particularidades de grupos tan especiales como los indígenas. Me llama mucho la atención cómo estos grupos que no han tenido esta formación académica que he tenido, aún así desde sus conocimientos ancestrales poseen herramientas, vocabulario técnico y practicas de cuidado, que responden y están completamente alineadas con todo lo que he visto en mi carrera. Esto me hace pensar que estas comunidades en sus practicas cotidianas realizan acciones y encuentros propios de su cultura pero que desde afuera es leído como un espacio sumamente psicosocial que potencia el bienestar emocional, el tejido social y el fortalecimiento de recursos y herramientas personales y comunitarias. Me gustaría que todo esto fuera reconocido y tuviera un lugar en la academia pues el conocimiento occidental NO es el único que existe...
Reconociendo la riqueza de territorios hermanos
Por último quisiera destacar la potencia psicosocial de encuentros de intercambio cultural como se puede apreciar en la foto. Este día fue muy especial porque tanto colombianos como venezolanos aprendimos de la cultura, geografía, gastronomía y bailes del país vecino, rescatando toda esa riqueza humana que tiene el otro y que muchas veces ignoramos. Estoy segura de que si más gente aprendiera sobre las particularidades de los demás países no habría xenofobia, porque reconoceríamos en el otro mucho de nuestras propias particularidades. A partir de este encuentro tuve las siguientes inquietudes
¿De qué manera podemos integrar en nuestra cotidianidad estas culturas hermanas?
¿Qué país seríamos si logramos integrar esa riqueza cultural que traen los venezolanos?
Considero que a pesar de todas las diferencias que hay entre nosotros hay más cosas que nos unen y siempre hay posibilidades para construir.
Ahora solo me quedan dudas, reflexiones, sentires y retos por delante que pienso seguir enfrentando como profesional en este campo de lo psicosocial.
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